Una de las cosas más importantes cuando se envía algo a imprenta son las pruebas de color. En ocasiones se confunde esto con lo que es una prueba de imprenta. Realmente estas pruebas tienen la finalidad de comprobar cuál es el aspecto de lo que queremos imprimir y ver que sea tal y como lo vemos en pantalla.
En ese aspecto, hay dos pruebas generales. Por un lado, está la prueba de maquetación, la cual tiene la finalidad real de comprobar que todo esté bien, es decir que los textos y las imágenes se encuentren correctamente en sus tamaños e interlineados. Por otro lado, tenemos las pruebas de color, las cuales se hacen con el fin de conseguir el máximo de aproximación piel a los colores para tener un trabajo correcto.
El ser fiel al color que vemos en pantalla no es algo sencillo, pues en ocasiones nos puede dar muchas diferencias. Cuando se trabaja con una imprenta profesional, se busca la perfección al detalle, para que sea tal y como lo encontramos en la pantalla.
Es allí en donde la gestión del color es un aspecto complejo que los diseñadores intentan que las imprentas respeten y que consigan lo que se ha trabajado.
Lo ideal siempre es conseguir los mismos colores que vemos en el monitor en el papel, pero no siempre sucede ya que son muchos los factores que influyen en ello. Hay que tener en cuenta que un monitor hace uso de un color RGB y un papel de un color CMYK.
Dentro de las propias pruebas de color, hay varios tipos que varían según las necesidades que tengamos, como por ejemplo:
Dependiendo de la imprenta puede que las pruebas de color varíen. En Retmar nos gusta que nuestros clientes queden satisfechos, por eso es que brindamos pruebas de color en todos nuestros trabajos.